Mis inicios en psicología se remontan al año 2007, en Sevilla, donde estudié la licenciatura durante 5 años. Desde el principio quise poner en práctica la teoría, participando en diferentes proyectos de voluntariado de manera paralela a mis estudios. Así mismo, tuve la oportunidad de visionar casos reales supervisados y participar en sesiones de evaluación y tratamiento clínico. Finalicé la carrera universitaria con el propósito de especializarme en la rama que más llamaba mi interés y motivación, el área clínico-sanitaria.
He estado desarrollando mi carrera profesional cambiando, durante años, mi lugar de residencia, con el propósito de desarrollarme como profesional de la salud mental. Tanto en Andalucía como en Madrid, he realizado formación de la mano de grandes profesionales del sector. En estos momentos tengo dos títulos de especialización: el oficial de Sanitaria y un título propio en neuropsicología clínica, así como numerosos cursos, jornadas y ponencias sobre áreas específicas, como la evaluación y el tratamiento psicoterapéutico de patología infantil, adolescencia y adultos, también sobre comunicación y habilidades sociales, violencia de género, violencia filioparental y psicoeducación parental, entre otros.
Desde mi punto de vista, la responsabilidad que conlleva el trabajo de una psicóloga, influyendo en la salud mental de las personas a las que atiende, hacen necesario el reciclaje, por lo que la formación continua forma parte del trabajo.
Durante mi experiencia laboral, he podido evaluar y tratar casos muy diversos en servicios de salud mental y neuropsicología. He podido aprender y desarrollar mi profesión en dispositivos hospitalarios, de largo y medio ingreso, así como en centros de servicios de consulta.
Actualmente me encuentro en mi ciudad natal, Jerez de la Frontera (Cádiz), donde paso consulta de manera presencial en mi centro sanitario (NICA 63425) en Jerez, pero puedo llegar a cualquier parte del mundo gracias a las posibilidades que los medios de comunicación nos ofrecen actualmente. Desde la época de la pandemia por coronavirus, la emergencia sanitaria que todos sufrimos durante el año 2020 y que nos ofreció la oportunidad de practicar y entrenarnos en el manejo de esos medios, se normalizó el trabajo telemático, ya que se pudieron obtener grandes resultados desde los servicios de psicología sanitaria. Desde entonces, utilizo la plataforma Skype para realizar sesiones en formato online si así lo requiere el paciente.
Todo el que me conoce sabe lo que disfruto con mi trabajo. Mis pacientes son mi gasolina, mi motivación y entusiasmo diario para seguir desarrollándome como profesional.
Considero que la alianza terapéutica es esencial en la relación profesional que se establece. Mi intención es desarrollar un entorno que le genere al paciente seguridad, tranquilidad y confianza para poder trabajar de manera agradable y que se genere un vínculo entre ambas partes. Para mí, mis herramientas base son la conexión con la persona que tengo delante, la escucha activa, la tolerancia y la flexibilidad.
Para mí, cada uno de los pacientes que me llegan, son especiales y únicos. El trabajo que se realiza está totalmente individualizado, necesitando de un reajuste constante, un estudio entre sesiones de las variables que interfieren en las dificultades por las que se acude a terapia.
Mi forma de trabajar es profunda, buscando las raíces de los problemas, valorando las posibles causas de los mismos. Utilizo mucho la explicación y las aclaraciones a los pacientes, intentando que sean ellos mismos los que entiendan las dinámicas construidas y el origen de la sintomatología actual.
La primera parte del tratamiento requiere una evaluación exhaustiva de las variables que han podido influir en el pasado y que, actualmente, siguen interfiriendo, reflejándose en el motivo de consulta. Juntos, realizamos un recorrido por la historia de vida, buscando los elementos que han podido influir y explican el daño psicológico actual. Se trata de entender y poner respuestas a los elementos importantes del caso. También se presentan y se entrenan herramientas de gestión, tanto de las emociones como de comportamientos que influyen en las consecuencias experimentadas.
Es un trabajo que requiere constancia y compromiso con la terapia, pero que, sin duda, traerá sus frutos en forma de equilibrio, paz mental y un cajón de herramientas cognitivas, emocionales y conductuales, que poder utilizar a largo plazo.
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